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Volar en globo aerostático, una pasión que perdura en la Argentina a 115 años del primer viaje

El vuelo en globo aerostático es como “flotar, levitar” y “es el más seguro de todas las aeronaves que existen”, afirmaron hoy pilotos especializados a 115 años del primero que cruzó el Río de La Plata desde la Argentina a Uruguay en una travesía que concretaron Aarón Félix Martín de Anchorena y el ingeniero Jorge Newbery a bordo del “Pampero”.

El globo, bautizado con el nombre del viento, perteneció primero al brasileño pionero en aviación Alberto Santos Dumont, quien se lo vendió a De Anchorena en Francia luego de ascender en distintos torneos en ese país, hasta que en 1907 lo trajo el aristócrata argentino.

“Las ascensiones de este globo marcaron un hito en la historia de nuestra aviación”, contó a Télam el investigador en historia aeronáutica y militar, y aviador Eloy Martín.

“Cuando llegó al país fue la gran novedad, hubo un gran entusiasmo porque todavía no estaba el avión, que llegó en 1910”, explicó Martín, quien también es Magister en Defensa Nacional.

Si bien antes del histórico primer vuelo del 25 de diciembre de 1907, en la segunda mitad del siglo XIX hubo actividades aerostáticas, éstas “no eran institucionalizadas sino exhibiciones lucrativas que no siempre salían bien”, remarcó.

Este vuelo fue importante también porque significó “un punto de partida” para crear el Aero Club Argentino.

En 1908 De Anchorena donó el globo al Aero Club a pedido de su madre que no quería que volara porque “tenía pánico por los riesgos propios de la aviación en esos días”.

La actividad aerostática se repartió entre la Sociedad Sportiva, ubicada en lo que hoy es el Campo Argentino de Polo, en el barrio porteño de Palermo, y el terreno ubicado en adyacencias de la quinta de Villa Ombúes, donde en la actualidad se encuentra la embajada de Alemania.

“La Compañía de Gas del Río de la Plata, muy próxima a estos lugares, había tendido cañerías del fluido que facilitaban las tareas de inflado de los globos”, describió Martín.

“Pampero” partió desde la Sociedad Sportiva, el proceso de inflado fue “lento y complejo”, y para el día 25 aún no estaba completo, pero De Anchorena decidió levantar vuelo al mediodía junto a Jorge Newbery.

Luego de cruzar el Río de la Plata, descendieron “con éxito” en la localidad uruguaya de Conchillas, próxima a Colonia, realizando el primer cruce sobre el agua.

“El cruzar o no el Río de La Plata fue de casualidad, porque el globo ascendía y volaba supeditado a la dirección e intensidad del viento. Si el viento hubiera sido del Este, se hubiera ido para el lado de La Pampa”, precisó Martín.

Antes, los globos “se llenaban de un gas más liviano que el aire. Cuando querían subir tiraban bolsas de arena que llevaban como lastre, cuando querían bajar dejaban la bolsa de arena. Cuando bajaban demasiado rápido y se les acababa la bolsa, empezaban a tirar todo lo que tenían dentro de la barquilla”, relató el investigador.

Ahora, los globos “son de aire caliente, se toma la envoltura, se le insufla aire y después se calienta con un mechero gigante y esto los mantiene en el aire. Se vuela con el gas en la barquilla. Cuando se enfría empieza a descender”, explicó.

Los aerostatos que pueden volar en la Argentina son “sólo los importados” -dirigidos por pilotos-, tienen que tener una matrícula que los habilite y son inspeccionados cada año por la Administración Nacional de Aviación Civil (Anac), indicó a Télam el piloto de la Fuerza Aérea (FAA) e instructor de planeador y de globo, Carlos Niebuhr, quien preside el Club Aerostático Argentino.

Para este hombre de 71 años, el viaje en globo es “el último vuelo romántico que queda” porque “los otros vuelos son pura tecnología”.

Niebuhr remarcó que se trata del “vuelo más seguro de todas las aeronaves que existen”, porque “vuela a baja altura, baja velocidad y es un gran paracaídas, cae con una tasa de descenso estable”, es decir, no toma más velocidad ni se estrella.

Antes de volar, Niebuhr chequea los datos meteorológicos y remarca que, en vuelo, es importante “saber resolver situaciones que se presenten”, como encontrarse con una línea de alta tensión, lugares poblados, sembrados o alambrados al aterrizar.

Niebuhr vuela en globo desde hace 20 años y hace 22 está casado con Leticia Noemí Marqués (61), con quien contrajo matrimonio en un globo y con quien vive en la localidad bonaerense de Los Cardales.

El próximo martes la pareja comenzará una “globo travesía” por todo el país trasladándose de un punto a otro en una casa rodante.

“Nuestros hijos y nietos están muy contentos, le cuentan a todo el mundo”, dijo Marqués a Télam.

A principios de 2020, la mujer, que es secretaria del Club Aerostático y piloto de la FAA con licencia para aerostatos, alcanzó “32 récords mundiales” registrados por la Federación Aeronáutica Internacional (FAI) al efectuar el primer vuelo solar humano al comando de una mujer volando un globo en las Salinas Grandes de Jujuy, que se registró en un documental (https://www.youtube.com/watch?v=U0MATpIZ-m8) y también fue reconocida por la Anac.

“Es la primer piloto en el mundo en volar una nave solar, tiene la mayor altura, la mayor distancia, el mayor tiempo, en todas las categorías -que son ocho-, en las dos categorías de piloto y de femenino”, resaltó Nieburh.

La piloto explicó que es “muy diferente” volar en globo con combustión y sin combustión, con la energía del sol.

En el solar, “no tenés ningún control, solamente un ventil, una tela dentro del globo que abrís y cerrás rápidamente con una soga para liberar el calor y que baje un poquito”, contó.

“Lo lindo de volar en globo es que es una actividad que podemos compartir. Estudié y obtuve licencias para poder opinar porque a veces pasa que por ser mujer te callan en el ambiente”, concluyó.

Adrián Barozza (50) vive y trabaja en Luján, donde realiza vuelos en globos certificados y lleva adelante Flotar en Globo, “la primera empresa de fabricación completa de globos aerostáticos de origen nacional”, en proceso de certificación.

“Volar en globo es una aventura compartida con otras personas que produce sorpresas y alegría. La gente queda fascinada, veo la perplejidad al comenzar a flotar, porque, sin hacer nada, levitan”, dijo a Télam Barozza, que se dedica hace 30 años a esta actividad, es piloto con licencia argentina y europea y promueve un “cambio de paradigma” para lograr la fabricación nacional.

Desde sus 6 años acompañó a su papá, Norberto (82), piloto que aún sigue volando, a aeroclubes, donde conoció su pasión.

Los vuelos estándar alcanzan entre 200 y 500 metros de altura y los globos pueden ascender hasta 4000 metros, “altura máxima en la que el organismo puede estar en condiciones normales para operar”, explicó.

“Intenté hacer el cruce al Río de La Plata y no pude, porque los vientos me superaron. Newbery no gozó de ninguna cancelación de vuelo, a él cuando le pareció subió y lo cruzó, fue un héroe”, concluyó.

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